January 1, 2021 by Latte5 minutes
Actualmente vivimos en una sociedad que está completamente conectada. La tecnología ha sido una herramienta que nos ha permitido dar muchos pasos hacia adelante y se ha convertido en un indispensable en nuestro día a día. Móviles, tablets, ordenadores y smartwatches nos permiten hablar a quilómetros con nuestros seres queridos, nos ayudan a controlar nuestra salud ❤️ e incluso pueden ayudar a detectar rápidamente cualquier error que hayamos cometido y arreglarlo en cuestión de segundos.
Pero todo lo que puede ser tan beneficioso para nosotros también puede ser utilizado en nuestra contra o sin nuestro permiso, llegando a hacer un mal uso de toda esa información tan valiosa que como seres humanos poseemos.
Las aplicaciones son maravillosas y nos permiten hacer de todo y más. Nos buscan canciones, nos recuerdan eventos, nos conectan… ¿Pero, a qué precio? Cada página web que visitamos tiene ese rincón que nadie se para a leer que dice Política de privacidad y cookies
🍪, dos palabras que al leerlas inmediatamente nuestro dedo inconsciente acepta todo con tal de que nos deje continuar navegando. A partir de ese momento, las grandes empresas nos han tomado el pelo. Nos quitan nuestros datos sin avisos, nos dicen que tenemos el control y es mentira y nos ofrecen maravillosos y seductivos productos con tal de que sigamos conectados… Nos hemos conectado a una realidad virtual que extrae de nosotros todo lo que quieran y más.
Imagina esta situación: Te levantas por la mañana como todos los días y lo primero que seguramente debes hacer al despertarte es consultar el correo o los mensajes de WhatsApp. Lo haces inconscientemente, como algo natural, tu cuerpo te lo pide. Ya te has levantado, has desayunado y te has ido a trabajar. Has cogido el metro, como cada día y mientras esperas a que llegue tu parada revisas las historias que suben tus contactos en Instagram. Deslizando el dedo para actualizar, no sea que te pierdas algo. Tal vez te dé por mirar a tu alrededor. No eres el único o la única, todos los pasajeros de ese vagón tienen algo entre sus manos que los mantienen conectados; tal vez un juego, tal vez un video, tal vez Instagram. Da igual. Probablemente pienses: “Que triste, la gente está enganchada” 😔, y de pronto vuelves a actualizar tu feed de Instagram👆.
Al llegar al trabajo, en el descanso, tu compañera de trabajo y tú os ponéis a hablar de muebles, ya que ella está pensando en comprarse una estantería nueva para que le dé un toque más rústico a su casa. Tú le respondes lo que te estás mirando para autoregalarte; un ordenador nuevo, que el que tienes está empezando a fallar. Tal vez ya te lo has mirado unas 20 veces por todos los sitios que conoces y también te has mirado mil videos de reviews.
Y mientras habláis, en algún momento revisas el móvil, como esperando una novedad, algo que aún no has visto. Un vistazo rápido, porque tampoco vamos a estar mirando el teléfono si estamos en compañía, no? Y en ese vistazo rápido, tienes un anuncio sobre ese ordenador que te estás mirando y que quieres comprarte, de nuevo, al mismo precio de siempre. Seguramente pienses: “esta gente me escucha 😨”, y lo dejes estar.
Y así continuamente, día tras día, hasta que te compras el ordenador que ya era completamente necesario. Y yo ahora te pregunto: lo era? y de ser así, lo has decidido tu? 🤔
Tal vez sea un ejemplo tonto y no le des tanta importancia como se la puedo dar yo, pero qué pasa si en vez de un ordenador hablamos de conseguir un trabajo, pero tu potencial empresario ha tenido acceso a un perfil detallado tuyo (comprado a una empresa [Data brokers] por menos de 2 euros), que incluye tus fotos en fiestas y publicaciones de Facebook? Qué pasa si esta información que se ha recopilado de ti hace que sea más difícil que te llamen? ¿Por qué tiene un anuncio que saber algo que nadie más aparte de ti sabe? 🙃
Compartimos y damos gratuitamente más información de la que se solicita y muchas veces las políticas de privacidad son tan complicadas y extensas que solo por disfrutar de un producto aceptamos lo que se nos eche. Total, es gratis.
No, no es gratis. Les estás pagando con tus datos. Y por eso la privacidad es importante y no podemos perderla así como así. No se trata de desaparecer del mapa y de dejar de utilizar internet o las tecnologías. No. Internet y toda esta maravilla tecnológica esta aquí para quedarse y para beneficiarnos en muchos aspectos. Pero no podemos dejar que se haga un mal uso.
Si es así, os invito a realizar esta miniprueba: si no tenéis nada que ocultar, enviadme vuestras direcciones de correo y vuestras contraseñas, por favor. Total, no tenéis nada que ocultar. 🤓
Se confunde muy rápido la privacidad con hacer cosas ilegales. Te hacen creer que si tienes algo que ocultar, es porque estas haciendo algo malo 🕵️. Para nada es lo mismo. Yo, como dirían muchos, no tengo nada que ocultar, pero hay cosas que prefiero que sigan siendo mis cosas. No creo que alguien comparta una discusión con su pareja públicamente o sus cuentas bancarias con todos sus contactos. Siempre hay unos mínimos de privacidad, y tú puedes compartirlo con quien quieras. ¿Le explicarías a un extraño lo que ganas al mes? ¿Por que deberías fiarte entonces de lo que aceptas sin leer?
Por ello, os invito a que echéis un vistazo a este proyecto 👀, a que busquéis información, a que no aceptéis todo lo que pidan con tal de que sea gratis. En algunos posts de los que publicaré aquí se analizarán las políticas de privacidad de algunas páginas web, ensenaré herramientas que permiten que podamos navegar con privacidad por la red, recomendaré libros que hablan sobre el mismo tema, daré alternativas seguras y privadas para sustituir otras que se llenan de tus datos.
Se trata de ser conscientes y responsables de lo que compartimos por internet 🕵️.